lunes, 22 de febrero de 2010

De quienes juran que soy gay

El otro día me pasó algo de lo más curioso. En realidad no fue curioso; ni siquiera clasificable como extraordinario. Tuve una –no ardua- discusión con alguien quién afirmaba que yo era gay. La verdad ya no me sorprende, pero la insistencia llega a ser molesta, en especial cuando viene de un gay que no bromea.

Este tipo de encuentros me ha sucedido bastante seguido desde que entré a la prepa –antes de ella sólo me clasificaban o tachaban de marica (sic). He aprendido a lidiar con ellos. Uno aprende a fuerza de golpes. Los diversos encuentros y sus explicaciones son tema para otro post el cual sería un tanto más jocoso. Hoy más bien me quiero enfocar en la molestia que puede ser dicha insistencia.

El evento ocurre como siempre. Dentro de un grupo, algún gay afirma que soy gay. Se basa en hacer esa revelación propia en mi forma de vestir, hablar y actuar. Sí, acepto no ser la persona más masculina de este planeta; que a veces tengo actitudes de las locas o que me emociono por ver un par de zapatos. Sin embargo, estas cosas no tienen nada que ver con mi preferencia sexual. Sigo sin entender entonces porque la generalización. Que me guste arreglarme, usar colores no tan masculinos en prendas no tan masculinos no significa que me guste tener relaciones con hombres. Significa que me gusta cómo me veo con esa ropa –sea o no masculina-. Que me guste hablar de otras cosas que no sean carros, mujeres buenotas, eructos, deportes y etc., no significa que sea –en palabras de otros- una loca. Significa que no disfruto esas cosas. Uno no tiene porque ser homosexual para disfrutar del diseño –sea de interiores, zapatos, ropa tanto de mujer como de hombre- y que lo haga tampoco lo hace a uno homosexual. Son dos cosas completamente independientes –es decir, ni son auto excluyentes ni auto incluyentes.

Lo molesto no es que te pregunten que eres gay. Las generalizaciones son comunes. Lo molesto es la persistencia de su aclaración; el no ser capaz la otra persona de romper su paradigma. La insistencia de que eres de closet; que no te has dado cuenta que eres gay todavía, sin saber cuál ha sido tu historia sexual y sin más evidencia que lo superficial y gustos. De misma manera podemos decir de una persona que le gusta en negro que es depresivo cuando puede ser que simplemente le guste vestirse de negro.

Me parece inverosímil esta actitud, puesto que es una forma de juzgar muy parecida a la discriminación –ojo, no digo que sea discriminación. Déjenme explicarme. Si uno al momento de juzgar a alguien por cómo se viste, sus gustos y creencias, encasillamos a ese alguien dentro de un grupo, ¿qué diferencia hay entre eso y tratar con diferencia a alguien por razón de sexo, raza y posición socioeconómica? ¿Acaso a un negro, por tener ese color de piel, necesariamente debe gustarle el hip hop? ¿Acaso no puede a uno gustarle la banda sin ser norteño?

Creo fervientemente en que puedo elegir como expresarme sin tener que ser juzgado y encasillado en un grupo sólo por ello. Una vez más, la persona hace los gustos, no los gustos a la persona. Bueno para fortuna de muchos, si soy gay...

 
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